Muchas personas se esfuerzan por cambiar, pero se sienten cada vez más ansiosas y cansadas, e incluso renuncian repetidamente. Porque mientras dices que quieres cambiar, al mismo tiempo estás reforzando continuamente tu antigua identificación. Por ejemplo, dices: quiero cambiar la procrastinación, en realidad le estás diciendo en silencio a ti mismo: soy una persona procrastinadora. Quieres cambiar la inseguridad, la pobreza, la obesidad; en esencia, estás profundizando constantemente en tu identificación de que no eres lo suficientemente bueno en tu subconsciente. Este punto de partida es resistirse a uno mismo, no crecer, y la acción solo puede depender del apoyo de la presión externa, nunca podrá convertirse en un verdadero impulso interno. La verdadera transformación no es cambiar, sino despertar. No necesitas convertirte en otra persona; lo que debes hacer es despertar al que ya existe pero ha sido olvidado. No pasas de ser inseguro a ser seguro; simplemente has despertado a aquel que ya era seguro y fuerte, solo que esa parte fue reprimida, dudada y ignorada. Quien soy yo determina lo que hago, y a su vez determina lo que tengo. En el pasado, intenté deshacerme de la inseguridad a través del cambio, pero eso solo llevó a un mayor desgaste interno. Hasta que un día cambié mi pensamiento: yo ya soy una persona optimista y segura. Desde ese momento, comencé a pensar, hablar y actuar como una persona segura, y todo mi estado cambió fundamentalmente. Este secreto se puede aplicar en todos los ámbitos, especialmente en la riqueza y la felicidad: la mayoría de las personas caen en este patrón: debo hacer, para tener, para ser. Por ejemplo, debo esforzarme por ganar dinero, para ser rico, para convertirme en una persona abundante. Pero el verdadero pensamiento transformador es: yo ya soy, por lo tanto hago, y naturalmente tendré. Yo ya soy una persona abundante, feliz y amorosa; actúo desde esta identificación, y naturalmente tendré riqueza, felicidad y amor. El dinero fluye hacia quienes no carecen de dinero, el amor fluye hacia quienes no carecen de amor. La felicidad nunca se persigue, sino que primero te conviertes en una persona feliz. No hay nada fuera del corazón, ya está completo en sí mismo; todo se busca hacia adentro. Así que el verdadero cambio no es esforzarse por eliminar algo, sino redefinir quién eres: despierta a ese mejor yo que llevas dentro, vive y actúa desde esa identificación, y naturalmente atraerás los resultados que deseas.
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Muchas personas se esfuerzan por cambiar, pero se sienten cada vez más ansiosas y cansadas, e incluso renuncian repetidamente. Porque mientras dices que quieres cambiar, al mismo tiempo estás reforzando continuamente tu antigua identificación. Por ejemplo, dices: quiero cambiar la procrastinación, en realidad le estás diciendo en silencio a ti mismo: soy una persona procrastinadora. Quieres cambiar la inseguridad, la pobreza, la obesidad; en esencia, estás profundizando constantemente en tu identificación de que no eres lo suficientemente bueno en tu subconsciente. Este punto de partida es resistirse a uno mismo, no crecer, y la acción solo puede depender del apoyo de la presión externa, nunca podrá convertirse en un verdadero impulso interno. La verdadera transformación no es cambiar, sino despertar. No necesitas convertirte en otra persona; lo que debes hacer es despertar al que ya existe pero ha sido olvidado. No pasas de ser inseguro a ser seguro; simplemente has despertado a aquel que ya era seguro y fuerte, solo que esa parte fue reprimida, dudada y ignorada. Quien soy yo determina lo que hago, y a su vez determina lo que tengo. En el pasado, intenté deshacerme de la inseguridad a través del cambio, pero eso solo llevó a un mayor desgaste interno. Hasta que un día cambié mi pensamiento: yo ya soy una persona optimista y segura. Desde ese momento, comencé a pensar, hablar y actuar como una persona segura, y todo mi estado cambió fundamentalmente. Este secreto se puede aplicar en todos los ámbitos, especialmente en la riqueza y la felicidad: la mayoría de las personas caen en este patrón: debo hacer, para tener, para ser. Por ejemplo, debo esforzarme por ganar dinero, para ser rico, para convertirme en una persona abundante. Pero el verdadero pensamiento transformador es: yo ya soy, por lo tanto hago, y naturalmente tendré. Yo ya soy una persona abundante, feliz y amorosa; actúo desde esta identificación, y naturalmente tendré riqueza, felicidad y amor. El dinero fluye hacia quienes no carecen de dinero, el amor fluye hacia quienes no carecen de amor. La felicidad nunca se persigue, sino que primero te conviertes en una persona feliz. No hay nada fuera del corazón, ya está completo en sí mismo; todo se busca hacia adentro. Así que el verdadero cambio no es esforzarse por eliminar algo, sino redefinir quién eres: despierta a ese mejor yo que llevas dentro, vive y actúa desde esa identificación, y naturalmente atraerás los resultados que deseas.